sábado, 7 de marzo de 2009

Nano Stern

Con sus veintitantos años, Nano Stern vive el sueño del pibe. Viaja la mitad del año por Europa participando en cientos de recitales, comparte escenarios con destacados profesionales y –gracias a eso- vuelve a Chile a seguir conociendo sus raíces.


 


 




 


 


Con un segundo disco bajo el brazo, se trata de un íntimo diario de viaje que va develando inquietudes de un artista despierto, atento a los grandes y a los pequeños detalles, con la suficiente humildad de compartir su talento con muchos otros como él.


 


Nano Stern conversa en exclusiva con Cultura y Tendencias, reflexionando en torno a sus opciones vivenciales y sobre las cosas que lo nutren para proponer miradas distintas y puntos de vista inquietos y novedosos.


 



 


Jugando con el nombre de tu disco, ¿a dónde va y a qué vuelve Nano Stern?
 


Uf, qué buen tema... es una pregunta que no dilucido. Vivo en un ping pong entre ir y venir, me cuesta irme, pica el bichito por volver, pero luego empieza otra vez la comezón por descubrir, por vivir las expriencias. Y la verdad es que estoy muy contento así.


 


Tengo raíces aquí y en Europa, aquí nací y allá están mis abuelos, aquí están las cosas con las que crecí y allá están las que encontré. Voy y vuelvo en gustos y prefrencias y voy y vuelvo físicamente. No estoy preocupado de eso, lo estoy aquilatando...


 


Bueno, esa diversidad tuya se manifiesta muy temprano en tí. Hay una anécdota tuya que cuenta que cuando eras adolescente ibas a ir a un concierto de Deep Purple y terminaste yendo a ver Los Jaivas. Ya había cierto eclecticismo por ahí....
 


Claro, ja, ja... pero todo eso era aún inconsciente... Sí, tienes razón, me acuerdo de eso. Fue para un cumpleaños mío, entre 11 ó 12 años, por ahí. Iba a venir a Chile Deep Purple y yo tenía mi entrada comprada y todo, me gustaban mucho. Pero se suspendió y mi familia, que ya estaba un poco coludida para darme esa sorpresa, me invitan a ver Los Jaivas.


 


Fue una serie de conciertos que dieron en los 90 en que presentaron nuevamente “Alturas de Machu Pichu”. No los conocía, tenía una vaga idea de ellos y, en general, muy poca relación con la música chilena. De pendejo estudié música clásica y de ahí salté al rock, a la música en inglés, no le ponía oreja a lo chileno todavía.


 


Sin el ánimo de exculparte, en todo caso, habría que decir que nuestro sistema mediático y educativo no se caracteriza por mostrarle a un adolescente un buen abanico de propuestas locales...


 


  Sí, es difícil. Las radios no te están tocando música chilena, cualquiera que sea, a cada rato, tenís que buscarte tu espacio para descubrir, no es una experiencia que salga pura y natural. Fue así, con esa “educación”, que me llevaron a ver los Jaivas y, realmente, rayé la papa compadre... Para mí fue un antes y un después...

 


¿Y dónde estuvo el click, ahí? ¿Que era posible la mezcla del rock con lo propio?
 


Probablemente, pero no fue lo que pensé racionalmente. Me impactó que eso era, en esencia, música latinoamericana. Ahí comenzó un camino totalmente nuevo para mí, gracias a profesores, amigos y familiares empecé a descubrir nuestras raíces, Violeta Parra, Víctor Jara, Arak Pacha, Inti Illimani, en fin. Experiencia que me sirvió luego para tocar con músicos de las zonas que yo estaba decsubriendo, hice amigos y colegas de Jujuy, Salta, Perú, Colombia.


 


En Alemania toqué un año con el grupo Ortiga, una verdadera universidad. Ellos fueron parte de los talleres impartidos por Quilapaýun en los 70 y luego de la dictadura fueron exiliados y se reinventaron por allá. El grupo chileno Entrama, por ejemplo, le debe mucho a Ortiga. Ellos tocaron también con Víctor Jara. Por un lado esos nombres pronunciados por ellos pierden el lado místico o enciplopédico y se hacen más cercanos, como una experiencia histórica y empírica de sus personalidades. Son experiencias que no están disponibles aquí.


 


La gente que puede contar esas historias o está muerta o no está en Chile...


 


Eso es algo muy curioso. Hay que viajar, hay que salir del país para tener esas experiencias...


 


 Es extraño, pero es así. Hay que ir y volver...


 


 


 


A propósito, Nano, ¿Cuál es la idea principal al presentar el disco al público chileno?
 


Lo primero, como cualquier músico honesto, compartir lo que estoy haciendo. Ninguna otra pretensión:  grabar las ideas musicales que me andaban en la cabeza y de ahí pa´ delante lo que vaya saliendo. Ahora, tengo la suerte de que logré colaboraciones de grandes músicos y amigos de muchos lados.


 


Quedó un disco muy ecléctico, con sonidos de muchos lados, gente que toca rock, gente que toca música barroca, gente que toca jazz en Europa, folkloristas, en fin. Pude ser una especie de médium para juntar todo eso y me siento afortunado de haber estado ahí, juntándome con todos ellos.


 


Por eso es que me encantaría que la gente viniera a los conciertos y evaluará lo que hago.


 


¿Qué es lo que haces por el mundo todo el año?...


 


 Claro, estoy siempre tocando, dando vueltas, con diferentes grupos y también con mi banda...


 


Tengo la impresión de que el disco es un diario de viaje...
 


Absolutamente. Temáticas muy íntimas, que van dando cuenta de este ir y volver, la dialéctica de las grandes y pequeñas cosas de la vida. Es un diario íntimo hecho música e incluso todas las ilustraciones, dibujos y recortes, son las mismas cosas que están en mi diario.


 


Entiendo que ya tienes tu agenda 2008 bien avanzada...
 


Bueno, me voy a Australia a fines de diciembre y hasta la mitad de febrero haré casi una veintena de conciertos, gracias a que la crítica me ha tratado bastante bien en Europa. A fines de febrero y marzo volveré para acá y haré presentaciones con un amigo músico eslovenio, en abril y mayo seguiremos haciendo conciertos promoviendo el disco, a fines de mayo viajo a Bélgica, y de ahí a Israel, Eslovenia, Suecia, Finlandia, Estonia, Nueva York.


 


Luego a mitad de año, nos juntamos quince músicos y vamos a hacer conciertos y recopilación durante dos meses desde Stalingrado hasta Beijing. En septiembre estaremos en Moscú. En octubre o noviembre estamos viendo con Manuel García si hacemos una gira por España y si no resultara ya va a estar bueno volver  y empezar a grabar un nuevo disco...


 


Hablabas de que tu visita a Australia se debe en parte a que la crítica te había tratado bien. ¿Cómo ves el ejercicio crítico musical en Chile?


 


 Chutas, es una buena pregunta. Es dar vuelta la cosa. Honestamente, veo que existen dos tipos de periodistas: los que hacen su pega y los que le copian a los que hacen su pega. Los primeros lo hacen muy bien, leo todas las opiniones y respeto mucho si se nota que el tipo escuchó el disco.


 


 


 


Para terminar, Nano: yendo y volviendo, se puede ver que eres un tipo feliz...


 

(Risas)  Mira, siento que -aunque con esto no se gane tanta plata- es un privilegio viajar por el mundo cantando mis canciones y que gracias a eso pueda vivir y darme el lujo de parar y observar, de pasarme seis meses componiendo, de ir al norte del país o a Chiloé y escuchar cómo tocan los viejos, tomando un rico copete. Es realmente el sueño del pibe.


 


 

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