viernes, 16 de octubre de 2009

El Loco Genio: Retrato de un antipoeta


   “El objeto deja de ser real, en la medida de que es observado...volviéndose un objeto turbado y, por ende, perdiendo la autenticidad necesaria”. (Principio de Incertidumbre de Heisenberg)




 


 


 


 


 


 


 


 


Es el argumento para la irritación de Nicanor, cuando se siente invadido por la cámara del documentalista, Víctor Jiménez Atkin. Según este mismo argumento, en “El retrato de un antipoeta” no habríamos visto al verdadero Nicanor, sino a un Nicanor observado.


 


Deslenguado, bizarro, directo, auténtico, con una gracia severa; un genio. Es que la genialidad del antipoeta radica en ser autóctonamente chileno (valga la redundancia), reanima el alma del huaso, por eso que al leer sus libros o escuchar alguno de sus discursos, se impregna en la sangre como algo familiar.


 



 


Apenas te sientas en tu butaca y comienzan a aparecer las primeras imágenes, sientes la magia de cualquier receptor del mensaje de Nicanor: Esperas que te sorprenda, tu rostro gesticula una sonrisa, carcajadas cuando oyes sus discursos o lees sus “artefactos” y en tus ojos una extraña luz de picardía. Y nunca te falla, siempre termina por sorprenderte con su discurso tan incoherentemente lógico.


 


Sin mucho tiempo para que te desanimes frente al documental, el anacoreta habla un poco de su vida, sus amores, sus triunfos, su obra. Con ese lenguaje tan particular que es coloquial, pero sin dejar de lado su gran sabiduría. Una mezcla de castellano, ingles, varios otros idiomas incluido el chamullo de palabras. Un verdadero Sir (si en Chile hubiese nobleza) que se da el gusto de tomarse para la risa la entrega de un premio que le entregan y aceptarlo luego sin tapujos.


 



 


Termina el documental y te vas camino a casa pensando en algunos de sus principios de vida; la economía mapuche de subsistencia, aprender a vivir la contradicción sin conflictos, rumiando su admiración casi obsesiva por Hamlet, caminado rítmicamente al son del Jazz Guachaca, con ganas de tomar un buen vino.


 


Y con una palabra extraída del mismo Parra, esta reseña…Cataplum chin chin.

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