miércoles, 19 de mayo de 2010

Sin títulos para Manuel García


El frío del pasado Sábado 15 de Mayo, que cubrió la tarde capitalina, otorgaba ese aire otoñal de inevitable reflexión, con invitación abierta al libre pensamiento, ese que recorre desde los sueños a la nostalgia, ese ambiente que nos hace críticos observadores de las realidades que nos rodean; sensaciones que sembradas en mente de algunos privilegiados, cosechan esa trova sencilla, con contenido, de raíz popular. Aquella noche vió dos agricultores sobre escenarios distintos, Chinoy y Manuel García, los cuales a llenos absolutos, demostraron que poseen un público fiel, que tuvo durante su semana, la difícil tarea de dirimir hacia donde orientaría sus pasos aquel día, el antiguo cine Normandie, o la SCD del bohemio barrio Bellavista. En esta ocasión opté por la segunda.





 


Bajo la escena otoñal que me presentaba el día, salí de casa y tomé el metro, para emerger del subsuelo en los alrededores de Bellas Artes; sin premura por la hora citada, encendí un cigarrillo y emprendí camino a pie, de fotografía en fotografía, casi sin notarlo, me encuentro con un número considerable de personas fuera de la SCD, curiosa exaltación humana para mi relajado pasar, considerando que faltaban cerca de 100 minutos para que comenzara el primero de los dos shows que Manuel García tenía preparado para lanzar su tercer disco, bueno eran dos porque la demanda de entradas lo ameritó, y no eran tres o más, porque también son humanos los músicos.


 



 


Una vez dentro de esta locación, muy cercana, muy íntima, ad-hoc a los acordes que me disponía a oír; recibí de pronto, en mis manos, el nuevo fruto que entrega la cosecha del trabajo realizado post terremoto por el oriundo de Arica, de diseño simple pero profundo, reflejado en una "guitarra libélula", bajo un nombre que no evoca el concepto clásico al que se debe enfocar el título de un disco comúnmente, "Sin Título" no hace más que llenarme de curiosidad hacia los 10 temas que componen esta producción. Sentado en la sala, cerca de los instrumentos, aparecen los colaboradores del disco Fernando Julio, Camilo Salinas, Diego Álvarez, Camilo Morales y Jimena Herrera, al final de la fila Manuel, tomando su guitarra, mientras parte con fuerza el guitarrón mexicano, para dar el puntapié inicial de "Queda lo que quema", que con la voz característica de García, y el piano de Salinas, deja en claro que la esencia de los discos anteriores se mantiene, siguiendo con simpleza la poesía de la cotidianidad.


 



 


S/T representa en acordes el sentimiento reflexivo de mirar la vida rutinaria que afrontamos a diario, sentados desde la libélula que vuela a lo largo del disco, de forma transversal, cercana, describiendo con aire optimista, las vivencias que se encasillan en cada uno de sus temas. Sonidos suaves a ratos, arranque de energía en otros, entremezclados en armonía tal, que te atrae y te levanta, creo que perdí la cuenta de las veces que he escuchado el CD desde el Sábado, así que cuidado, lo declaro adictivo, desconozco sus consecuencias.


 



 


A lo largo de la presentación, se coló un inédito llamado "Se afeita el diablo", a lo cual sólo podría reafirmar que son pocos estos agricultores privilegiados, que pueden elegir entre sus frutos para formar un disco, dejando fuera por libre elección, frutos excelentes como aquel tema. Para cerrar su show (pues lo bueno no es eterno, y esta solo era la primera presentación para prensa, pues después vendrían dos para el animoso público que se agolpaba fuera), agradeciendo a los presentes, recordando a sus cercanos, nota aparte su saludo al "jodido Chinoy" (que tocaba en esa misma jornada), Manuel y sus acompañantes no cesaron, y con antiparras puestas recordaron al gran Florcita Motuda, comenzando con "Gente", para terminar con un Manuel absolutamente enfiestado, bombo en mano, interpretando Tírale un ajo!. Difícil salir de aquella sala triste, y no agradecido del show brindado.


 



 


Claramente este disco, no pasará a ser uno más en la guantera del auto, de hecho lo más seguro es que muera de tanto girar dentro de mi radio, su sonido antidepresivo esta acorde al duro año que le ha tocado vivir a nuestro país; es un disco bien urdido, que mantiene la esencia de Manuel, pero además otorga nuevo sonidos a esta época otoñal, asumiendo la casi irreversible carrera ascendente de este trovador nacional.


 



 


Al salir de la sala, me dí cuenta que la gente esperaba en una larga fila, ansiosa por entrar, mientras la estantería del nuevo disco se iba desocupando con rápidez; afuera, un par de mujeres rogando en boletería por algún ticket (los cuales estaban re-agotados), pidiendo por último, la oportunidad de ver la presentación de pie en el pasillo, mientras un incómodo vendedor les explicaba que esto no se podía; una cuadra más allá, la calle vacía y el frío otoñal que torna reflexivo a los sentidos, atrás, el son melodioso de un disco que como la vida, es un puñado de vivencias no encasilladas, no clasificadas, simplemente "Sin Título".


 

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